Jorge Luis Borges - Argentina
(Fragmento)
Un
hombre
trabajado
por
el
tiempo, un
hombre
que
ni
siquiera
espera
la
muerte
(las
pruebas
de
la
muerte
son
estadísticas y
nadie
hay
que
no
corra
el
albur de
ser
el
primer
inmortal), un
hombre
que
ha
aprendido
a
agradecer
las
modestas limosnas de
los
días: el
sueño, la
rutina, el
sabor
del
agua, una
no
sospechada etimología, un
verso latino
o
sajón, la
memoria
de
una
mujer
que
lo
ha
abandonado
hace
ya
tantos
años
que
hoy
puede
recordarla sin
amargura, un
hombre
que
no
ignora que
el
presente
ya
es
el
porvenir y
el
olvido, un
hombre
que
ha
sido
desleal y
con
el
que
fueron
desleales, puede
sentir
de
pronto, al
cruzar
la
calle, una
misteriosa
felicidad
que
no
viene
del
lado
de
la
esperanza
sino
de
una
antigua
inocencia, de
su
propia
raíz
o
de
un
dios
disperso.
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