Ramón Garcés vive
con
sus
padres
en
un
pueblecito a
unos
50 Km de
Valdivia, en
Chile. Cada
semana, de
lunes
a
viernes, Ramón viaja
a
esa
ciudad
para
asistir
a
sus
clases
en
la
facultad
de
psicología.
Una
tarde, a
las
afueras
de
Valdivia, un
conductor
que
viajaba
sólo, le
ofreció
llevarlo
hasta
la
ciudad. Era
un
hombre
de
unos
cuarenta
años
y
de
aspecto
simpático, Ramón entró
en
el
coche
que
se
había
detenido
a
unos
metros
delante
de
él. Al
principio
Ramón le
contaba
quién
era
él
y
para
qué
iba
a
Valdivia y
todo
estaba
bien. Pero, pronto
el
coche
empezó
a
aumentar
la
velocidad: 90 kilómetros
por
hora, 100, 120, 140.
El
camino
era
estrecho
y
por
ahí
nadie
conducía a
esa
velocidad.
Cuando
el
velocímetro empezó
a
marcar
180, Ramón, aterrorizado, pensó
"Nos
vamos
a
matar". Por
fin
el
coche
se detuvo en
Valdivia.
-
¡Ha
hecho
usted
una
buena
marca, ha
batido un
record! - Comentó Ramón - ¡Qué
va! - respondió
el
otro
- hoy
no
tengo
prisa.
FIN
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