Mauricio(m): Buenos
días
señorita, ¿qué
desea? Martha(f): Quiero
comprar
unas
frutas
para
mi
casa. Mauricio: 15 pesos
el
kilo
y
éstas
a
25 pesos
el
kilo. Martha: ¿Por qué estas
manzanas
cuestan
más
caras
que
éstas? Mauricio: Porque
las
de
15 pesos
son
menos
dulces
que
las
de
25 pesos. Martha: Pero
bueno
yo
no
quiero
manzanas, yo
quiero
papaya. Mauricio: Está
bien, ¿de
cuál
quiere? ¿De
la
que
cuesta
40 pesos
el
kilo
o
de
la
que
cuesta
60 pesos
el
kilo? Martha: ¿Otra
vez
tiene
dos
precios? Mauricio: Yo
no
tengo
la
culpa
señora, la
papaya
de
60 pesos
es
más
nueva
que
la
de
40 pesos. Martha: Pero
usted
es
un
ladrón, yo
creo
que
la
primera
es
tan
fresca
como
la
segunda. Mauricio: No
señora, ésta
es
de
ayer
y
esa
que
está
allá
es
de
hoy
en
la
mañana.
Martha: Bueno
me
llevo
la
papaya
de
ayer, no
creo
que
es
muy
diferente
de
la
otra. Yo
pienso
que
ésta
papaya
es
la
más
madura
de
todas, por
eso
me
llevo
ésta. Mauricio: Con
mucho
gusto
señorita, ¿quiere
llevar
algo
más? Martha: Sí
claro, quiero
también
fresas, pero
quiero
sólo
un
precio. Mauricio: Lo
siento
señora, pero
no
tengo
fresas. Martha: Pero, ¿qué
dice
de
aquellas
de
allá? Mauricio: Esas
fresas
son
para
mi
esposa. Martha: Ahora
entiendo
usted
vende
frutas, pero
también
come
frutas. Mauricio: Claro
yo
todos
los
días
le
llevo
a
mi
esposa
las
mejores
frutas
de
mi
tienda. Martha: Bueno
entonces
quiero
llevar
ese
mango
que
está
ahí. Mauricio: Ese
mango
cuesta
15 pesos. Martha: Pero, ¡qué
caro! Mauricio: Lo
siento
señora, el
mango
está
muy
caro
en
todo
lugar. Martha: Bueno, está
bien. También
quiero
un
kilo
de
esas
mandarinas. Mauricio: Con
gusto, si
quiere
puede
llevar
también
naranjas, porque
cuestan
tan
baratas
como
las
mandarinas. Martha: Está
bien
quiero
llevar
un
kilo
de
mandarinas
y
otro
de
naranjas. Mauricio: Con
mucho
gusto, aquí
tiene. Martha: Muchas
gracias Mauricio: Gracias
a
usted. Martha: Hasta
luego Mauricio: Hasta
luego.
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