Laura: Hola
Gabriel, yo
sé
que
tú
tienes
mucho
dinero
y
tú
sabes
que
ahora
no
estoy
bien
económicamente, entonces
quiero
pedirte
si
me
das
trabajo
en
una
de
tus
empresas. Gabriel: Claro
Laura, ahora
estoy
necesitando
una
contadora. Si
quieres
puedes
empezar
mañana
mismo. Laura: Oh, qué
bueno, muchas
gracias. ¿Qué
tengo
que
hacer? Gabriel: Muy
poco, debes
cuidar
mis
cuentas
en
los
bancos, explicarme
cómo
va
todo
y
no
dejar
caer
el
valor
de
mis
bienes. Laura: Eso
no
es
muy
difícil, yo
siempre
he
trabajado
con
gente
que
tiene
mucho
dinero. Sólo
que
desde
que
volví
de
Sudamérica
no
tengo
trabajo
y
ahora
necesito
pagar
unas
deudas
que
tengo. Gabriel: De
todos
modos
debes
decirme
constantemente
cómo
está
todo. Porque
mi
anterior
contador
me
dejó
muchas
cuentas
mal
hechas
y
eso
me
ha
formado
un
gran
desorden. Laura: Está
bien. Yo
voy
a
hacer
mi
trabajo
muy
bien. Gabriel: Bueno, para
empezar
quiero
decirte
que
he
invertido
mucho
dinero
en
unos
edificios
que
quiero
comprar
y
que
todo
el
dinero
lo
he
depositado
en
una
cuenta
en
el
banco
nacional. Laura: Muy
bien, ¿y
yo
qué
tengo
que
hacer? Gabriel: Debes
transferir
todo
el
dinero
que
yo
he
puesto
en
ese
banco
a
las
cuentas
bancarias
de
los
dueños
de
los
edificios
que
yo
voy
a
comprar. Además
quiero
retirar
todo
mi
dinero
del
banco
especial
y
meterlo
en
el
banco
nacional. Laura: Está
bien, con
mucho
gusto. Si
quieres
empiezo
desde
hoy, no
tengo
problema. Gabriel: No, mejor
vamos
a
tomar
un
café
hoy, te
cuento
cómo
es
el
trabajo
y
mañana
empiezas. Laura: Perfecto, ¿dónde
quieres
quedar? Gabriel: En
el
café
don
Pedro a
las
7 de
la
noche. Es
el
café
donde
nos
vimos
la
última
vez
antes
de
tu
viaje
a
Sudamérica. ¿Recuerdas? Laura: Claro
fue
el
último
café
que
tomé
antes
de
viajar. Ahí
voy
a
estar. Muchas
gracias. Gabriel: Con
gusto, para
mí
va
a
ser
un
honor
trabajar
contigo.
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