Ariel: Hola
Patty, ¿cómo
estás? ¿Nos encontramos hoy
en
la
noche? Patty: ¿Tenemos
que
encontrarnos? No
me acuerdo. Ariel: La
verdad
es
que
no, ahora
te
invito. Patty: Te
lo
agradezco, pero
no
sé. No
quiero
cansarme, tengo
que
levantarme
temprano
mañana. Ariel: Eso
me
suena
como
una
excusa. ¿Te
puedo
convencer? Patty: Depende. ¿Qué
me
dices
para
convencerme? Ariel: Te
digo
que
si
quieres
divertirte, entretenerte, pasarlo
bien, reírte, olvidarte
de
los
problemas
y
alegrarme
el
fin
de
semana, entonces
sales
conmigo. Patty: ¡Qué
dulce! Tienes
poder
para
animarme
y
capacidad
para
convencerme. Pero
tengo
que
organizarme
un
poco. Ariel: ¿¡Organizarte!? ¿A
qué
te
refieres? Patty: Me
refiero
a
bañarme, vestirme, peinarme, maquillarme, todo
lo
que
hago
para
arreglarme. Ariel: Pero
si
tú
no
necesitas
arreglarte. ¡Te
ves
muy
bien
así! Patty: ¡Qué
amoroso! Me
asustas
con
tantos
piropos, me
voy
a
acostumbrar. Ariel: ¿Eso
significa
que
nos juntamos y
salimos
hoy? ¿Quieres
ir
a
bailar? Patty: ¡Me
fascina
bailar! Si
puedes
darme
tiempo
para
arreglarme. Ariel: Puedo
darte
todo
el
tiempo
del
mundo. Me
alegro
mucho
de
salir
contigo, de
encontrarnos. Vamos
a
bailar
hasta
cansarnos. Tienes
que
prepararte
y
sin
arrepentirte
ni
quejarte
después. Patty: Me
convences
muy
fácilmente. Pero
no
quiero
volver
muy
tarde
a
mi
casa, porque
mañana
tengo
que
despertarme
temprano, es
difícil
levantarse
después
de
salir
en
la
noche. Ariel: Prometo
llevarte
a
tu
casa, pero
no
prometo
hacerlo
temprano. Patty: ¿Y
cómo
me
voy
a
despertar? Ariel: Si
es
tan
difícil
levantarte, lo
que
puedo
hacer
es
llamarte
en
la
mañana
para
despertarte
y
así
ayudarte. Patty: ¡Eres
un
encanto!
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