Llueve
muy
fuerte, caen
truenos
y
hace
mucho
frío. A
las
dos
y
media
de
la
madrugada
suena
el
teléfono
en
casa
del
médico
más
prestigioso
de
Buenos
Aires. - Dígame
- pregunta
el
doctor. - Doctor
- dice
Gustavo un
hombre
que
tiene
56 años, con
una
voz
de
enfermo
- ¡Venga rápido, enseguida
por
favor! ¡Creo
que
voy
a
morir! El
médico
se viste muy
rápido, sale
a
la
calle
y
viaja
23 Km hasta
la
casa
de
Gustavo, que
está
en
las
afueras
de
Buenos
Aires. El
médico
llega, lo
examina
y
le
pregunta: - ¿Usted
ya
escribe
su
testamento?
- No
doctor
- responde
pálido
Gustavo. - ¡Debe
hacerlo
enseguida! ¡tiene
que
llamar
inmediatamente
al
notario! ¿Tiene
usted
familiares? - Sí, doctor. - ¡Debe
llamarlos
inmediatamente! Usted
cree
en
Dios, ¿verdad? - Sí, doctor. - Entonces
debe
venir
inmediatamente
un
sacerdote. - Pero
doctor, ¿quiere
decir
entonces
que
estoy
a punto de morir, que
estoy
muy
grave? - Claro
que
no,
respodió el
médico
muy
enojado, ¡Usted
está
perfectamente
bien
y
tiene
vida
para
largo! Lo
único
que
me molesta es
ser
el
único
imbécil
que
tiene
que
dejar
la
cama
a
las
dos
y
media
de
la
madrugada, viajar
23 Km en
una
noche
como
esta, para
venir
hasta
su
casa. FIN
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