El
dios
bondadoso
de
los
aztecas, Quetzalcoatl, regaló
a
los
hombres
el
árbol
del
cacao
antes
de
ser
expulsado
del
Paraíso. Con
este
fruto
divino, los
hombres
lograrían
vigor
y
fuerza. Ellos
lo
convirtieron
además
en
su
moneda, llamándolo
"cacahuatl". Los
españoles
advirtieron
enseguida
el
potencial
del
producto
y
le
otorgaron
un
gran
valor. Pusieron
a
este
producto
altos
impuestos
para
su
comercio
y
lo
convirtieron
durante
siglos
en
una
bebida
para
las
clases
más
adineradas.
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