Volantín no
era
como
el
resto
de
los
payasos
que
se pintan la
cara
de
colores
antes
de
la
función
y
se la
lavan
para
borrarlos cuando
ésta
termina...él
adoraba ser
payaso. Volantín
no
era
como
los
payasos
que
cubren
junto
a
su
cara
detrás
de
una
máscara, la
existencia
de
un
drama...su
cara
pintada
de
alegres
colores
no
tenía
ningún
drama
que
ocultar.
A
Volantín le
fascinaba ser
un
payaso, le
encantaba que
las
personas
lo
vieran por
la
calle
y
que
los
niños
gritaran: "Mira, mamá, un
payaso"... por
eso
no
se quitaba nunca
la
pintura. Su
mamá
era
muy
anciana
y
siempre
le
decía: "Hijo
¿qué
dirá
la
gente?" Pero, yendo
por
la
calle
con
sus
tremendos zapatos
color
verde, su
nariz
colorada y
redonda, un
llamativo
chaleco amarillo
o
un
enorme
traje
anaranjado, Volantín era
muy
feliz. ¡ Mira
mamá
un
payaso! - Decían
los
niños. Y
Volantín miraba
al
niño
y
se ponía muy
contento. A
Volantín no
le
gustaba
dejar
sola
a
su
mamá, que
era
muy
viejita, por
eso
no
salía
de
giras
por
provincias, no
trabajaba
en
ningún
circo. Él
sólo
trabajaba
en
el
cumpleaños
de
algún
niño, en
bodas
o
en
eventos
familiares, porque
no
quería
ser
un
payaso
triste, y
dejar
a
su
anciana
madre
sola, le
podía
producir
una
enorme
tristeza. Volantín tocaba
una
linda
canción
en
el
violín
y
conocía
un
gracioso
chiste
sobre
un
loro
tartamudo. Pero
Volantín no
aprendía
chistes
nuevos, y
ya
la
gente
de
todos
los
eventos
conocía
de
memoria
el
chiste
del
loro
tartamudo y
no
se reía nadie. Tampoco
con
su
cara
pintada, ni
con
su
traje
anaranjado, ni
con
sus
zapatones de
color
verde. Pues
como
Volantín no
trabajaba
en
ningún
circo, no
viajaba
a
lugares
diferentes
y
no
aprendía
nada
nuevo.
Pero
cuando
la
gente
no
se reía Volantín decía: Ya
se reirán. Porque
a
Volantín no
le
importaba, pensaba
que
la
gente
no
se reía porque
hacia
frío, o
porque
estaban
enfermos, o
porque
tenían
sueño. Cuando
la
mamá
de
Volantín se murió, las
personas
que
asistieron
al
funeral no
pudieron
contener
la
risa. Es
que
Volantín, recibía pésames de
todo
el
mundo, con
la
cara
pintada, manchada por
las
lágrimas, con
aquel
chaleco amarillo, el
inmenso
traje
naranja
y
los
zapatones
verdes...y
estaba
tan
gracioso, que
la
gente
se moría de
risa. Aquel
payaso
que
iba
detrás
del
carruaje fúnebre, con
la
cara
cada
vez
más
llena
de
colores
y
manchas, llamaba
mucho
la
atención
de
la
gente
que
veía
pasar
el
cortejo. Así
mismo, la
gente
no
pudo
aguantar
la
risa
en
el
cementerio.
A
pesar
de
la
tristeza
tras
la
muerte
de
su
mamá, Volantín, pudo
ver
a
través de
sus
lágrimas
que
la
gente
se reía muchísimo, y
entonces
empezó
a
decir: - ¿Qué
te
dije, mamá? se ríen... Yo
sabía
que
algún
día
se iban
a
reir. ¿Los
oyes? se ríen, mamá; se ríen.
FIN
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