Un
matrimonio
se aprestaba a
ir
a
una
fiesta
de
disfraces, cuando
a
la
mujer
le
vino
un
repentino y
fuerte
dolor
de
cabeza,
se disculpó con
su
marido
diciéndole
que
fuera
solo, que
ella
prefería quedarse
en
casa. Sin
embargo,
al
poco
rato
se sintió mejor
y
decidió
ponerse
el
disfraz
(que
su
marido
no
conocía) e
ir
a
la
fiesta.
Cuando
la
mujer
llegó
a
la
fiesta, encontró
a
su
marido
coqueteando con
todas
las
mujeres
que
podía.
Entonces
se le
acercó, le
susurró
palabras
suaves al
oído, lo
abrazó
y
lo
arrastró seductoramente hacia
el
jardín. Poco
antes
de
la
medianoche, cuando
es
costumbre
quitarse
las
máscaras, ella
se excusó y
volvió
a
su
casa.
Sólo
a
las
3 de
la
madrugada, su
marido
llegó. - ¿Cómo
estuvo
la
fiesta? - le
preguntó
ella. - Aburrida
- dijo
él. - ¿Bailaste mucho? - La
verdad
- contestó
el
marido
-, cuando
llegué
a
la
fiesta
me encontré con
Iván, Gonzalo y
Francisco, que
también
estaban
aburridos, y
decidimos
ir
a
jugar
a
las
cartas
a
un
bar. - ¿O
sea
que
toda
la
noche
estuviste
jugando
cartas? -
preguntó
ella
un
poco
alterada. - Sí
- le
contestó
él
- por
eso
le
dejé
mi
disfraz
a
Rafael, que
por
cierto
me
ha
dicho
que
ésta
ha
sido
la
mejor
fiesta
de
toda
su
vida.
FIN
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