Patricia, Pamela y
Paula comparten un
departamento
en
un
barrio
de
Buenos
Aires. Hace
un
año
que
viven
juntas
y
las
tres
son
estudiantes.
Un
día, estaban
sentadas
las
tres
chicas
juntas
en
la
sala,
y
Paula dijo: - Aunque
este
departamento
es
grande, es
un
desastre,
cuando
vienen
mis
amigas
siempre
me
dicen
a
la
cara, que
vivo
en
un
departamento
antiguo; y
es
verdad, aunque
es
relativamente cómodo, todo
es
antiguo
y
feo
y
siempre
hay
algo
que
se rompe.
Pamela se enfadó y
comenzó
a
enumerar los
defectos
de
la
casa: -
Es
cierto, tenemos
cosas
en
la
casa, pero
no
son
lindas, son
sólo
útiles,
además, son
de
segunda
mano. ¡Chicas, no
tenemos
nada! Hacen
falta
cosas
básicas
para
vivir
con
dignidad, por
ejemplo, un
vídeo, un
microondas.
Pero
Patricia veía
las
cosas
de
otro
modo: - Yo
en
cambio
veo
que
ésta
es
una
casa
muy
digna. Creo
que
ustedes
se lamentan demasiado, y
no
sé
por
qué. Estaban
en
medio
de
la
conversación, cuando
Luis, el
portero
del
edificio, llamó
a
la
puerta, venía
a
arreglar
algunas
cosas
del
departamento. Se acercó directamente
al
balcón
de
la
sala
y
empezó
a
hablar
sin
parar: - ¿Por
qué
no
se acercan al
balcón?
La
calle
en
que
vivimos
es
muy
céntrica, está
siempre
limpia
y
tenemos
en
el
barrio
todo
tipo
de
servicios. Además, aquí
hay
vista
muy
linda. Está
el
Bar
del
Pupe, allá
en
frente. Cruzando
la
calle
principal
está
el
gran
centro
comercial
donde
hay
supermercado, banco, tiendas
de
ropa, farmacia, etc. Si
vas
por
la
calle
de
la
izquierda, está
el
correo
y
el
Centro
Cultural. Es
un
placer
caminar
por
el
barrio
en
primavera, aparte, este
es
uno
de
los
departamentos mejor
ubicados, corre
una
brisa
tan
agradable
aquí. ¡Yo
me alegro tanto
de
vivir
aquí! Y...¿Ustedes
qué
opinan?
Después
de
un
rato, por
fín
Paula responde: - La
verdad
es
que
no
pensamos
de
igual
manera. Sin
embargo, a
partir
de
ahora
vamos
a
tratar
de
ver
las
cosas
con
mejores
ojos.
Luis se marcha decepcionado, pero
antes
murmura: - ¡Disfruten
todo
lo
que
tienen! Se
puede ser
feliz
en
la
sencillez.
FIN
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