Florencia buscaba
empleo
tras
haber
terminado
su
carrera
en
la
Escuela
de
Alta
Costura. A
muchísimas
empresas, grandes
tiendas, y
diseñadores
de
prestigio mandaba currículums. Tuvo
unas
cuantas entrevistas, pero
nada
resultó
de
ellas. Era
una
época
difícil
para
los
que
buscaban empleo.
Cincuenta
aspirantes o
más
se presentaban a
cada
puesto
vacante.
Su
padre, un
veterinario
rico, viudo, de
ideas
conservadoras, la
tranquilizaba diciendo
- No
te preocupes hija, aquí
en
casa
no
te
faltará
nada
mientras
llega
tu
oportunidad
laboral. El
padre
de
Florencia no
aceptaba
del
todo
que
sus
hijos
habían
crecido, que
ya
no
eran
niños
y
querían
ser
independientes.
Una
amiga
de
Florencia la
llamó
un
día
para
ofrecerle
un
trabajo
en
Milán,
Italia - Entusiasmada
Florencia le
dijo
a
su
padre: ¡Papá, me voy a
Italia!
El
veterinario, que
estaba
mirando
su
programa
favorito
de
televisión, sentado
cómodamente
en
su
sillón, respondió: - Está
bien
hija
mía, pero
no
vuelvas
después
de
las
once.
FIN
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