Supuestamente fue
hace
muchísimo
tiempo, pero
en
realidad
nunca
vamos
a
saber
cuando
la
humanidad
festejó
la
primera
navidad.
Progresivamente, los
días
se acortaban y
las
noches
eran
más
largas. Los
hombres
habían
observado
además, que
el
sol
se escondía cada
vez
más
temprano. Luego,
empezaba
un
nuevo
día, aquel
momento
mágico
en
que
el
sol
parecía
detener
su
movimiento
en
el
horizonte, y
renacía
con
fuerza
renovada.
Desde
ese
momento, los
hombres
se llenaban de
alegría
y
fe, después
de
todo, el
sol
era
su
vida. Se despertaban en
ellos, nobles
sentimientos
que
los
impulsaban
a
regalar
y
a
regalarse a
sus
semejantes. En
muchas
culturas
ancestrales
a
lo
largo
y
ancho
del
planeta, encontramos
el
festejo
del
nacimiento
del
sol. Los
antiguos
romanos
llamaron
Solsticio
(Sol
inmóvil) de
Invierno
al
día
en
que
la
noche
es
más
larga. Esto
ocurre
alrededor
del
21 de
diciembre. Tres
días
después, en
la
medianoche
del
24 de
este
mes, celebraban
la
fiesta
del
Sol
Invictus (Sol
Invencible).
Con
grandes
banquetes
y
coloridas
fiestas, los
romanos
celebraban
la
natividad
del
sol
el
25 de
diciembre.
Ese
día, se
veía
a
los
grandes
señores
compartir
la
mesa
con
sus
esclavos, las
clases
sociales
dejaban
de
importar.
Los
regalos
eran
obligatorios
y
todos
vivían
el
nerviosismo
de
prepararlos y
el
entusiasmo
de
recibirlos.
En
fin, con
un
ambiente
de
fiesta, agradecimiento, cordialidad
y
buenas
intenciones, ellos
disfrutaban
ese
día.
La
Navidad
Cristiana
simboliza
el
nacimiento
de
Jesús, y
comparte
similitudes
con
la
antigua
navidad
pagana. Por
eso, cualquier
semejanza
entre
ellas, no
es
sólo
una
coincidencia.
Las
luces, los
regalos, el
árbol
de
Navidad, las
fiestas, las
coronas, etc.
vienen
de
ahí.
Los
paganos
fueron
los
últimos
en
abandonar
los
antiguos
ritos, ellos
eran
los
aldeanos
rústicos
(su
nombre
viene
de
"pagus" que
significa
aldea). Por
eso, la
voz
pagano
se convirtió en
mala
palabra
para
los
cristianos. Quizá, podamos
entender
ahora, que
muchos
aún
sin
ser
cristianos, sienten
necesidad
de
celebrar
la
Navidad.
Como
ocurría
en
aquellos
tiempos, cuando
se
celebraba
la
otra
navidad, los
hombres
reclaman
hoy
un
momento
de
renovación, un
momento
de
esperanza, un
momento
de
alegría. Como
una
herencia
de
siglos.
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