Mauricio: ¿Cómo
se
baila
esto? Gabriela: ¡¿Vienes
a
una
discoteca
y
no
sabes
cómo
se
baila?! Mauricio: Este
baile, el
merengue, es
más
difícil
que
la
salsa, ¡La
gente
se
mueve
más
rápido! Gabriela: La
gente
se
mueve
al
ritmo
de
la
música, es
más
fácil
de
lo
que
piensas. Mauricio: ¿Cómo
se
ponen
los
pies
y
cómo
se
dobla
la
cintura? Gabriela: Los
pies
se separan y
se
mueve
uno
después
del
otro, como
que
la
persona
se
balancea. ¿Entiendes? Y
la
cintura, bueno, la
dejas
libre. Para
bailar
solamente
se
sigue
la
música. Es
tan
fácil
como
la
salsa. Mauricio: ¡Es
tan
difícil
como
la
salsa
quieres
decir! No
entiendo
cómo
se
aprende
esto, soy
tan
tieso
como
un
palo, la
facilidad
para
bailar
se
hereda
y
yo
no
la
tengo. Gabriela: Pero
tu
madre
baila
muy
bien. Mauricio: Sí, pero
mi
padre
se mueve menos
que
un
semáforo, es
peor
bailarín
que
yo. Gabriela: Yo
creo
que
a
bailar
bien
se
aprende, no
se
nace
"buen
bailarín". Ese
chico
del
bar
por ejemplo, prepara
los
tragos
con
más
gracia
que
un
malabarista y
sabe
como
se
hace
eso
a
la
perfección. ¿Ves? Eso
también
se
aprende, no
se
nace
"buen
barman". Mauricio: También
depende
del
profesor. Si
tú
eres
buena
profesora, yo
aprendo
más
rápido
que
si
eres
impaciente. Tú
sabes
como
se
enseña. Gabriela: Yo
sé
cómo
se
baila, pero
no
sé
cómo
se
enseña
a
bailar. Pero
contigo
soy
más
paciente
que
con
mi
hermano
pequeño. Además
tengo
una
motivación
especial. Mauricio: ¿Por qué? ¿Qué
motivación? Gabriela: Si
tú
aprendes
a
bailar, venimos más
que
antes
a
la
discoteca. Mauricio: ¡¿Cómo
la
gente
no
se cansa de
venir
a
la
discoteca?! ¿Hasta
cuando
se
puede
venir
a
la
discoteca? ¡No
se
puede
bailar
todas
las
noches! Gabriela: Yo
puedo
venir
siempre, bailar
para
mí
es
más
entretenido
que
cualquier
cosa. Y
lo
hago
mejor
que
muchas
personas. Mauricio: En
cambio
yo
tengo
menos
gracia
que
una
escoba. Esto
se
termina
aquí, yo
no
bailo
más. Gabriela: No
se
dejan
las
cosas
así, ¿conoces
el
dicho
"con
paciencia
se
gana
el
cielo"?
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