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La
papelera
Luis Mateo Díez
(
adaptación
)
Por
lo
menos
había
visto
a
siete
u
ocho
personas
,
ninguna
de
ellas
con
aspecto
de
mendigo
,
meter
la
mano
en
la
papelera
que
estaba
al
lado
de
una
farola
cercana
al
aparcamiento
donde
todas
las
mañanas
dejaba
mi
coche
.
Era
un
suceso
trivial
que
me
creaba
cierto
rechazo
,
porque
es
difícil
sustraerse
a
la
penosa
imagen
de
ese
vicio
de
urracas
,
sobre
todo
si
se
piensa
en
las
sucias
sorpresas
que
la
papelera
podía
tener
.
Que
yo
pudiera
verme
tentado
de
caer
en
esa
indigna
manía
era
algo
inaceptable
,
pero
aquella
mañana
,
tras
la
tremenda
discusión
que
por
la
noche
había
tenido
con
mi
mujer
,
y
que
era
la
causa
de
no
haber
pegado
ojo
,
aparqué
como
siempre
el
coche
y
al
caminar
hacia
mi
oficina
la
papelera
me
atrajo
como
un
imán
absurdo
y
,
sin
disimular
apenas
ante
la
posibilidad
de
algún
observador
inadvertido
,
metí
en
ella
la
mano
,
con
la
misma
torpe
decisión
con
que
se
lo
había
visto
hacer
a
aquellos
penosos
rastreadores
que
me
habían
precedido.
Decir
que
así
cambió
mi
vida
es
probablemente
una
exageración,
porque
la
vida
es
algo
más
que
la
materia
que
la
sostiene
y
que
las
soluciones
que
hemos
creado
para
sobrellevarla.
La
vida
es
,
antes
que
nada
y
en
mi
modesta
opinión
,
el
sentimiento
de
lo
que
somos
más
que
la
evaluación
de
lo
que
tenemos
.
Pero
sí
debo
confesar
que
muchas
cosas
de
mi
existencia
tomaron
otro
camino
.
Me
convertí
en
un
empresario
con
mucho
dinero
, me separé
de
mi
mujer
y
contraje
matrimonio
con
una
jovencita encantadora,
me
compré
una
preciosa
finca
y
hasta
un
yate,
que
era
un
capricho
que
siempre
me
había
obsesionado
y
,
sobre
todo
,
me
hice
un
transplante capilar
en
la
mejor
clínica
suiza
y
eliminé
de
por
vida
mi
horrible
complejo
de
calvo, adquirido
en
la
temprana
juventud
.
El
billete
de
lotería
que
extraje
de
la
papelera
estaba
sucio
y
arrugado,
como
si
alguien
hubiese
vomitado
sobre
él
,
pero
supe
contenerme
y
no
hacer
ascos
a
la
fortuna
que
me
aguardaba
en
el
inmediato
sorteo navideño.
FIN
1817