Aquel día en la estación del tren

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Mariana es una chica de 28 años que vive a 30 kilometros de Buenos Aires, la capital de Argentina. Ella tiene que viajar todos los días en tren porque trabaja en el centro de la ciudad.

Un día llega a la estación de trenes y en la ventanilla le informan que el tren está retrasado y que va a tardar aproximadamente media hora en llegar a la estación. Un poco enojada, Mariana va a un kiosco y compra una revista, una gaseosa y un paquete de galletitas. Entonces se sienta en uno de los bancos. Lee la revista y un chico de más o menos 19 años a su lado y comienza a leer un periódico. De repente Mariana ve que el muchacho, sin decir una palabra, toma el paquete de galletitas, lo abre y come una galletita.
Mariana está muy enojada. Ella toma el paquete y saca una galletita que le muestra al joven y la come mirándolo fijamente. El joven sonríe... y toma otra galletita.
Mariana, más enojada, toma una nueva galletita y la come otra vez con la mirada en el muchacho.
El diálogo de miradas y sonrisas continúa entre galleta y galleta.
Mariana cada vez más enojada y nerviosa, el muchacho cada vez más divertido. Finalmente, Mariana se da cuenta de que en el paquete queda sólo la última galletita. "No puede ser tan caradura", piensa, Y entonces con calma, el muchacho toma la última galletita y, con mucha suavidad, la corta exactamente por la mitad. Con su sonrisa más amorosa le ofrece media a Mariana.
Gracias! -dice ella muy nerviosa, pero también enojada.
-De nada -contesta el joven con una sonrisa angelical mientras come su mitad.
El tren llega. Furiosa, Mariana se levanta con sus cosas y sube al tren. Desde el tren ve al muchacho todavía sentado en el banco y piensa: "Caradura". Abre la cartera para sacar la lata de gaseosa y se sorprende al encontrar, cerrado, su paquete de galletitas... ¡completo y sin destapar!


FIN

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